Joe Jackson (81), padre de Michael Jackson, muerto hace 3 meses, ha hablado en exclusiva para el diaro alemán 'Bild'. Sin quitarse el sombrero, ha abordado asuntos tan espinosos como la relación con su hijo, la dureza en el trato y sus últimos momentos. Joseph 'Joe' Jackson se lamenta de no haber impedido la muerte de su hijos Michael cuando ya sabía de que era víctima de determinadas dependencias y de algunas amistades peligrosas.
- ¿Cómo se encuentra tres meses después de la muerte de su hijo?
- Mi corazón llora.
- De cara a la opinión pública, usted ha aparecido como insensible.
- Voy a contarle una cosa: poco después de la muerte de Michael, la familia se reunió y todos lloraban a moco tendido. Sólo yo no. No me salían lágrimas. Tampoco lloré cuando murió mi padre. Lloro por dentro. Sólo cuando escuchaba cantar a Michael me salían las lágrimas.
- Usted fue criticado por realizar publicidad de su último proyecto musical en una entrega de premios a la que asistió tres días después de la muerte de Michael.
- Se mostró equivocadamente. A tres reporteros de televisión les expuse mis sentimientos. El cuarto quería saber qué estaba preparando profesionalmente. Fui sincero y lo conté. Lamentablemente esto fue lo único que se emitió.
- ¿Dónde y cómo se enteró de la terrible noticia?
- Me enteré antes que el resto. Yo estaba en Las Vegas cuando me llamó un miembro de su seguridad y me dijo que algo no estaba bien con Michael. Pregunté qué pasaba. Me dijo que estaba colapsado y que no se movía. Le grité: ‘Mueve el culo y llama a un médico de urgencia, ¡ahora, ahora, ahora!’. Poco después recibí la llamada de que estaba muerto.
- ¿Y voló inmediatamente a Los Ángeles?
- No, no quería ver a Michael muerto. Tampoco lo hice cuando estaba en el ataúd, pese a que Randy y Janet le prepararon adecuadamente, vestido y maquillado. Quería mantenerlo vivo en mi recuerdo, bailando y cantando. No quiero ver a la gente que he conocido metida en un ataúd. Lo mismo sucedió cuando murió mi padre.
- ¿Cual es el recuendo más conmovedor que tiene de él?
- A finales de los años sesenta, cuando ya existía los 'Jackson 5' como gran atracción de la música norteamericana, un periódico especuló con que Michael no tuviera 9 años, sino que realmente fuera un un enano de 42. Le afectó mucho y lloró amargamente. Me arrodillé ante él y le dije: ‘Mira, yo soy el enano de 42 años’. Me abrazó por el cuello y el llanto se convirtió en risa.
- Michael no tenía únicamente recuerdos felices de su infancia, muy al contrario.
- Lo sé. El aseguraba que no tuvo infancia. Pero eso no es cierto. La verdad es que yo no dejaba que mis hijos jugaran con otros niños del vecindario. No era un buen barrio en el que vivíamos. Aquellos niños de entonces se han convertido en drogadictos o han acabado en la cárcel. Quería proteger a mis hijos de aquello. Michael tenía ocho hermanos con los que poder jugar. Corrían, jugaban a baloncesto. Y ahora voy a contarle una historia…
- Somos todo oídos…
- Durante un tiempo tuve un pitbull y un día se escapó de su jaula. Michael teniá entonces 6 años, y jugaba con su hermano Randy, dos años menor que él. El perro se fue a por ellos. Michael se subió de un salto al techo del coche. El perró le mordió a Randy en el talón de Aquiles, lo que le acarrea problemas hasta hoy. Después ya lo tuvimos claro: tal y como se movía Michael, no era un segundón.
- ¿Era Michael el hijo con más talento?
-Jermaine cantaba maravillosamente, pero Michael era un fenómeno. Cada melodía que escuchaba podía cantarla perfectamente; cada paso de baile que veía podía repetirmo. ¡Imaginese, repetía los pasos de Fred Astaire después de verle una sola vez por televisión!'.
- Él se quejaba de que usted le reñía a él y a sus hermanos hasta que lograban el éxito.
- Traté con dureza a los chicos, es cierto, pero les prometí una cosa: os haré las mayores estrellas del mundo. Ese era el plan. Y estaban de acuerdo. Alguna vez le di un sopapo, pero no constantemente. ¿Cómo iba a hacer eso? Casi no estaba en casa. Tenía dos trabajos. Debía que comprales los instrumentos y alimentar a una familia numerosa de 11 miembros. No maltraté a nadie, lo juro. Les daba un tortazo si no obedecían, pero un maestro también lo hacía. Ahora los métodos de educación son distintos y también yo lo haría de forma diferente.
- Sin embargo, parece que la relación con su hijo no se rehizo.
- Era difícil. Hay que tener en cuenta que yo era a la vez su padre y su representante. Era imposible establecer una frontera entre ambas funciones. Mire, éramos negros en un negocio dominado por los blancos. Yo sabía que Michael podía ser más grande que Elvis Presley, pero que los blancos nunca lo permitirían. Tuve que guiar a los chicos por un mar de tiburones. Y si ahora me pregunta, el fue más grande que Elvis.
- Sobre los conciertos que Michael pensaba ofrecer en Londres, ¿habría aguantado 50 actuaciones?
- ¿Qué se cree? Como mucho diez. Y le voy a confesar algo: sólo pensaba ofrecer diez conciertos. Era un asunto cerrado. Me contó que sentía verdadero horror a las actuaciones de Londres. Sentía una gran presión por la que le habían metido. Más de diez actuaciones no quería hacer.
- ¿Sabía usted de su dependencia de los medicamentos?
-Yo sabía que tomaba pastilla muy fuertes. Lo hacía desde hacía tiempo, desde que tuvo el accidente hace 25 años, grabando un anuncio y se quemó. Que se pinchaba sustancias tan fuertes, sólo lo suponía.
-¿Cómo llegó a saberlo?
- Prince, su hermano mayor, me dijo por teléfono que Michael tenía pinchazos en ambas extremidades.
- ¿Por qué usted no habló con él para evitar lo peor?
- Lo inteté. Pero la semana previa a su muerte ya no me dejaron acceder a él. Estuve en su casa, pero la seguridad de los organizadores de los conciertos me cerraron el paso. Comuiqué el asunto incluso a la policía. Lo hice. Pensé, me voy a casa, cojo un arma y me abro paso. Le dije a mi mujer: ‘Katherine, tenemos que sacar al chico de ahí o estará muerto en una semana’. Una semana después estaba muerto.
- ¿Quiere decir que podría haberlo salvado y evitado su muerte?
- Dios mío, sí.
- ¿Le angustia eso?
- Lo que me angustia es que una persona tan buena como Michael fuera utilizada por gente en la que él confiaba y a los que colmaba con regalos.
- ¿Hay algo que le habría gustado decirle a su hijo?
- ‘¡Dales una patada en el culo y grábate sus nombres!’